Daniel Menés, del barrio madrileño de Batán, llega a la Copa Chenel después de una temporada en blanco tras su alternativa
Su tradición taurina le viene gracias a su padre, Iluminado Menés, quien fuera banderillero y mayoral de la Venta del Batán. Comenzó a ir a la escuela después de “ver a los chavales de la escuela entrenar, y a los 12 años me apunté”.
En su época de novillero “conseguí cumplir algunos sueños” y fue el ganador de muchos certámenes que le ayudaron a tener continuidad en su carrera. El mundo del toro, muy duro para aquellos que se dedican profesionalmente a ello, hace que a toreros como Daniel Menés, cuando están en el banquillo, les “entra la melancolía al ver que no estás en los carteles” pero como comenta “teniendo paciencia y entrenando al final las cosas llegan y la Copa Chenel es un buen escaparate”.
Gracias a la afición que tiene y al trabajo del día a día “he conseguido ir sumando y logrando objetivos”. La vida de un profesional puede cambiar de un momento a otro, del banquillo se puede pasar a realizar una temporada porque “el toro es lo bonito que tiene, ya que en 10 minutos puedes cambiar la moneda de tu vida”.
Su presencia en la Copa Chenel es “una oportunidad única y que necesito”, y espera que esta participación le ayude a conseguir los contratos que tanto tiempo lleva buscando.