El diestro gaditano relanzó su carrera hace 3 años tras pasar por la Copa Chenel, en la que fue semifinalista y dejó su nombre grabado en el certamen
Hay banquillos que pesan, que hacen que uno se replanteé si seguir soñando a diario con algo casi inexistente merece la pena. En ese punto seguramente estuviera David Galván, un torero que lo primero que asegura es que «la Copa Chenel fue un nuevo despertar». Él mismo reconoce que se vio «en el ostracismo pero la fe intacta en seguir construyendo mi sueño».

Su primera tarde llegó con un toro de José Escolar, faena en la que ocurrió, asegura, algo más que un triunfo: «me entregué con el alma y se premió no solo la faena sino el sacrificio de todo ese tiempo».
Reitera que esa tarde «no solo me llevó a semifinales, sino que hizo que mi nombre apareciera de nuevo en los carteles, en las plazas de primera». Destaca que «la Copa Chenel no me dio fama, me dio sentido, fue ese punto de inflexión donde el hombre volvió a creerse digno del destino que soñó».




