El colombiano afronta la semifinal de la Copa Chenel, en San Agustín de Guadalix, consciente de la responsabilidad que tiene por delante
Juan de Castilla comenzó su andadura en el toro muy temprano “desde que aprendí a manejar el mando de la tele, pasaba los canales y me quedaba hipnotizado viendo los resúmenes y reportajes taurino”. Gracias a un familiar, propietario de una ganadería, tuvo sus primeros contactos con el toro y es cuando decidió venirse a España “porque tenía muy claro que la cuna del toreo es España”.
La Copa Chenel, confía en que le suponga ese “inicio del impulso que necesita mu carrera, porque desde que tomé la alternativa, se me ha visto muy poco en España”. Cada tarde “siento ese hormigueo cuando van a soltar el toro, siento ese miedo de no saber lo que va a pasar, pero muy responsabilizado de la preparación, la disciplina y la carga de entrenamiento que llevo encima”.
Su día a día, no pudiendo vivir del toro, se convierte en un no parar. A las 5 de la mañana entra a trabajar, a las 13 horas pone rumbo al gimnasio y, tras entrenar, pasa por casa a comer algo para después continuar su camino hacia el entrenamiento de salón. Así día tras día, consciente de que “es el proceso y parte del sacrificio que debo pagar por ser torero en España”. Estar lejos de su tierra supone dejar todo de lado pero “prefiero tener la posibilidad de luchar cara a cara por mis sueños que hacerlo a 8.000km de distancia”.
Sabe que sus compañeros no van a poner las cosas fáciles, y es consciente de la dureza y la dificultad que traen los momentos amargos en muchas tarde pero, para darle la vuelta a esos momentos lo importante es “disfrutar y creo que eso es fundamental porque si no estamos perdiendo el tiempo”.
Se enfrentará a los astados de Cuadri y Baltasar Ibán, alternando cartel con los sevillanos Borja Jiménez y Rafael Serna, en la Plaza de Toros de San Agustín del Guadalix el próximo sábado 15 de abril.